Desde junio de 2001, el Club de Golf Cierro Grande, incorpora dos nuevos hoyos: un nuevo par 3, y un par 5 de casi 500 metros, con lo que su recorrido se extiende ya sobre una superficie de más de 13 hectáreas, para nueve hoyos con un par total de 66 golpes. En la Semana Santa de 1994, se inauguró su primer recorrido, que entonces era de seis hoyos, todos de par 3. De 18 golpes a 66, en siete años, o más aún: de 0 golpes, a 66. Esta es la historia, tan breve como fecunda, de un pequeño milagro.
El Club de Golf Cierro Grande, situado en Rapalcuarto, Tapia de Casariego, es la aportación más importante de la década de los 90 al deporte de nuestra comarca. Sus instalaciones actuales han experimentado un crecimiento espectacular en seis años, y con la nueva inauguración consisten en un campo reglamentario de nueve hoyos de par 66, homologado por la Federación de Golf, una cancha de prácticas, servicio automático de bolas, dos green de prácticas, una casa club, cafetería, tienda de golf y aparcamiento. No menos espectacular ha sido la progresión de su número de socios: 200 familias ya, con más de 400 jugadores de derecho. De estos, un tercio son residentes en la comarca, otro tercio residentes en ciudades situadas a menos de 150 kilómetros y el tercio restante residente en ciudades o países más lejanos. También hay que señalar que se trata de la instalación deportiva que más foráneos atrae a la zona, con más de mil visitas de jugadores ocasionales al año, una cifra que crece imparablemente. Y todo esto sin haber necesitado recurrir, ni una sola vez, a los créditos ni a las subvenciones. Además, sin haber pedido a los socios nunca una derrama o un pago extraordinario para acometer nuevas obras o ampliaciones. Dando un paso después de otro, administrando las cuotas y los ingresos extraordinarios para hacer, cada año, lo que se podía hacer.
Esta es la pequeña historia de un gran club, que nació como tantos otros, fruto del optimismo, por fortuna incurable, de unos pocos. Hoy, viendo lo construido, con 13 hectáreas de terreno, más del doble de lo que fue inicialmente el campo, y cuando ya se sabe lo que cuesta mantener un campo de golf, tanto humana como económicamente, aquel proyecto parece casi una locura. Pero, como se ha llevado a cabo, y crece sin parar, se puede decir que sí, que fue una locura, pero una maravillosa locura.